domingo, 25 de marzo de 2012

DAY: 30


La calma dejó paso a la tormenta, y volaron los días como quién arranca las hojas de un calendario colgado en una pared el cual nunca nadie se para un segundo a mirarlo. De repente el martes era sábado, el miércoles domingo. De repente todo era negro, el coche, las casa, un vagón de metro. Ya no había sonrisas que regalar ni promesas que deber. Ya no había camas desechas, sueños llamando a tu puerta, ni cigarrillos y copas a medias, ni mensajes de buenos días que te cambian el día, ni pecados originales, ni nadie a quien escribir. Solo quedaba un casi amor y miles de bocas que no querías probar. El rastro de los sueños que olvidas antes de despertar. La vida se desordenaba al tiempo que tú morías por detenerla. Veías otra mano soltarte y llorabas de rabia, pensando que no podías hacerlo mejor. Y al amor de tu vida besaba a otra mientas tu pasabas de parada de metro sin encontrar, siquiera, una canción que hiciera de faro entre tanta tormenta.

El después del después. El color de unos ojos que no recuerdas, el mosaico de ropa a los pies de la cama, el olor del amor que ya no llama a tu puerta. El sabor de un beso que se quedó a medias en una estación de cercanías que se te antoja tan lejos aunque todos los días pases por ella. Un marzo que vuela más rápido que cualquier avión destino a cualquier lugar donde te quieran llevar.

Que las noches se hacen cortas y los días interminables porque vivir, vives de noche. Por el día solo sobrevives. Y le hablas, a esa amante inoportuna llamada soledad.